Los que estamos convencidos de que para salir de la crisis y fomentar el empleo no hay otra forma que incentivar las iniciativas personales de creación de negocios y empresas, esperábamos con ilusión tener información sobre el programa gubernamental bautizado como Estrategia para el Emprendimiento y el Empleo.
Personalmente, albergaba la esperanza de que por fin en nuestro país se fueran a poner en marcha una serie de medidas que, realmente, ayudasen a los potenciales empresarios y emprendedores a hacer realidad sus proyectos. Parecía que, de una vez por todas, las frases bonitas y la declaración de intenciones se transformarían en medidas concretas y efectivas, como por ejemplo, rebajas fiscales significativas durante los primeros años de vida de una empresa o negocio.
¡Menudo jarro de agua fría!
Pero la primera medida anunciada por el gobierno, de boca de la ministra de Empleo y Seguridad Social Fátima Báñez, a mí me ha sentado como si me echasen por encima un jarro de agua fría, por no decir helada.
Lo primero que se ha filtrado es una especie de “tarifa plana de 50 euros para autónomos”. De entrada, la idea no es mala para incentivar a los que están empezando en el mundo de la autoocupación, pero la decepción viene al conocer las condiciones para acogerse a esta rebaja: ser menor de 30 años en caso de ser hombre y 35 para las féminas. Además, el descuento solo vale para los seis primeros meses, pasando después únicamente a una reducción del 30% de las cotizaciones durante dos años.
La medida es claramente insuficiente, puesto que cuando se empieza un proyecto empresarial de entrada no se obtienen beneficios o estos son muy bajos. Y por desgracia esta situación se suele extender por más tiempo que esos seis meses de tope marcados por nuestros gobernantes.
Pero a mi juicio lo peor de esta medida es que es claramente discriminatoria por razón de edad, solo beneficia a los jóvenes, y de sexo, puesto que el hacer distinciones entre hombres y mujeres no parece tener argumentos sólidos que lo justifiquen. ¿No son todos emprendedores, sean jóvenes o maduros, hombres o mujeres?
En un escenario de dramática destrucción de empleo como el que estamos viviendo, son muchas las personas de 40, 50 o más años que no tienen otra opción que convertirse en autónomos como única salida laboral posible, porque las empresas tienden a emplear a gente más joven. Y esto no es una opinión, sino un hecho contrastable con datos poco cuestionables. Desgraciadamente, los encargados de tomar decisiones al más alto nivel no parecen verlo así.
Se supone que esta es solo una de las muchas medidas de la Estrategia, pero por el rebomborio como ha sido anunciada, esta rebaja parcial de tarifas para autónomos tiene pinta de ser la fundamental y de más calado. Si mis sospechas se confirman, aunque me duela afirmarlo, esto huele a decepción mayúscula….
Las comparaciones son odiosas… pero necesarias
El modelo laboral de Holanda es un ejemplo para todo el mundo: niveles de paro bajísimos pese a la crisis (actualmente un 4,5%) y condiciones laborables envidiables (sueldos casi el doble que en España con unas de las jornadas laborables más cortas de Europa). Fíjense en este dato: el pico de paro más alto de Holanda en toda su historia ha sido de un 8% en un lejano 1983 y España jamás ha conseguido bajar del 8,5%.
Muchos dirán que por las características demográficas, geográficas e incluso de mentalidad de sus habitantes, Holanda no puede compararse con España. Pero partiendo de la base de que se trata de dos países bastante distintos, la disparidad cifras no puede ser fruto de la casualidad. ¿Quizás tengan estos datos referidos a los autónomos algo que ver?:
- En España la cotización a la Seguridad Social es fija y no guarda relación con los ingresos, mientras que en Holanda solo se paga un porcentaje de los beneficios.
- En Holanda no se hace la primera declaración de IRPF hasta cinco años después del inicio de la actividad. En nuestro país desde el principio y, además, cada tres meses hay que hacer un adelanto del 20% de los beneficios.
- Los familiares directos de los autónomos en Holanda pueden trabajar en el negocio sin condiciones, cosa que no ocurre en España.
Si no se crean más empresas no es posible aumentar el empleo neto. Y detrás de cada empresa, por grande que sea, siempre hay un autónomo que en su momento tuvo las ganas y mentalidad emprendedora, y también apoyo, suficientes para creer en una idea, definir la estrategia adecuada y ponerla en marcha. Esto lo tienen muy claro los gobiernos de Holanda y de la mayoría de países occidentales. Aquí, por lo que parece, todavía no es así.