Pues bien, corrieron los años y en 1909, una marca de cereales se apuntó al invento de los descuentos para alentar las ventas de su producto. ¡Aquella idea “worked”! De modo que siguió prosperando hasta llegar a 2008. En ese año nace Groupon, Groupalia y derivados que copian el espíritu de la idea primigenia, pero la aúpan a los mercados 2.0. Esta vez los descuentos no se circunscriben a una sola marca o servicio, sino a todas aquellas empresas interesadas en subirse a un escenario con un público mundial.
Lo cierto es que la principal virtud de estas plataformas es que permiten a los pequeños negocios promocionar sus productos y servicios ante una gran audiencia, además no media una cláusula de exclusividad. Por lo tanto, las empresas pueden irse con otros que “lo hagan mejor”, sin que nadie les remita una demanda por mandar al traste el matrimonio.
Así que las pymes andan tentando estos mares de clientela, pues si le fue bien a la Coca-Cola, ¿por qué no a ellos? “Los cupones descuento no soportan ningún coste fijo. Además, nosotros nos encargamos del diseño de la campaña, la fotografía, etc.; el cliente sólo lo tiene que validar”, responde Miguel Vicente, consejero delegado de LetsBonus.
“Si ellos no venden, nosotros tampoco. Por eso, tratamos de aconsejar a las empresas, en base a otras experiencias, qué tipo de productos tienen mejor acogida y los descuentos que mejor funcionan”, expone.
De modo que si les dices que “yes”, un simpático comercial acudirá a tu negocio y examinará tu género a fin de averiguar cuál puede despertar más el interés consumista de la clientela. Después de un exhaustivo análisis, empezará un trasiego de posible diseño de campaña, además de la promoción por mailing.
Por supuesto, la comisión existe y se hace llamar “leonina”, ya que se adjudican el 30 o 50% de la venta. Sin embargo, sería de ingenuos pensar que el introducirnos en el toma y daca de los vales descuentos nos va a hacer ricos. Si la pyme se decanta por estos mundillos digitales será para obtener un rédito de branding (difusión de la marca), publicidad e interceptar a los ahorradores (cuando uno piensa que está barriendo para la cuenta de ahorros, le invade la felicidad y consume sin remordimientos), entre otros beneficios.
Seguiremos charlando sobre los descuentos, pues son de una longevidad apabullante y muy camaleónica, pues se adaptan a los tiempos, a los productos y, sobre todo, al consumidor.
Que no se nos pase darle las Gracias a Coca-Cola, por legarnos su sabor y los cupones descuento.