La delegación de tareas en el ámbito de los negocios es una cuestión teórica, que pocas veces se lleva a la práctica de forma eficiente. Son muchos los empresarios y gerentes que caen en el error de asumir todas las responsabilidades de la organización, sin dar opción a la participación de otros miembros del equipo.
Cargar en una sola espalda el grueso de la labor empresarial es un punto de partida erróneo, pero no el único. Generalmente, esa idea de inicio equivocada tiene su continuación, cuando se transmite al resto de la plantilla la misma creencia: el gerente o director es el responsable absoluto de todo. Construir una cultura organizacional basada en dicha premisa puede convertirse en un paso camino del fracaso.
Perder el miedo a ceder ciertas funciones forma parte de un conjunto de medidas tendentes a implicar, a los empleados, en los objetivos y en la cultura de la empresa. Por eso, la delegación está íntimamente relacionada con el fomento del trabajo en equipo o con el apoyo al emprendimiento interno, por ejemplo.
La delegación de determinadas tareas en la empresa reporta interesantes beneficios:
- Implicación de más personas en el futuro de la organización.
- Es un buen mecanismo para incentivar la aparición de soluciones e ideas novedosas.
- Se gana en productividad.
- Reducimos el estrés.
En el empeño por aprender a delegar, los siguientes consejos pueden ser de gran ayuda:
- No poner trabas a la participación. Es una buena medida, de la que surgirán visiones distintas, contrapuestas o afines. Alguna de ellas será excelente y el proponente podría ser el candidato ideal para ponerla en práctica.
- Delegar significa otorgar la autoridad y la capacidad de decidir sobre la materia en cuestión, aunque conservemos la última responsabilidad en torno al proyecto.
- Elegir el empleado adecuado. Por el bien de la empresa y del trabajador, la delegación debe realizarse en alguien que tenga las capacidades necesarias, que se sienta altamente motivado con el encargo y para quien la delegación suponga un reto y una excelente oportunidad profesional.
- Delegar implica poner al alcance los recursos necesarios para trabajar adecuadamente. No se trata, por tanto, de trasladar un problema a otro compañero. Es imprescindible apoyar y conceder la ayuda necesaria, para llevar el barco de la empresa a buen puerto.
- Motivar al equipo delegado. Demuestra confianza en el mismo y ayuda a sacar lo mejor de todos los integrantes. Es fundamental elogiar el trabajo bien hecho. Nada motiva más a un trabajador que se le reconozca su esfuerzo y labor.
Para que la delegación de tareas deje de ser un principio teórico en las empresas y se convierta en una realidad, es necesario realizar un ejercicio de confianza en nuestra plantilla, tener la mente abierta a las opiniones de todos los empleados y creer firmemente en el trabajo en equipo. Poniendo en práctica todas esas acciones, como Julio César, venceremos.