“Si es verdad que de cada diez habitantes del planeta siete tienen cuenta en Facebook, es gracias a los otros tres que tenemos avances científicos, tecnológicos y culturales”.
Por lo tanto, Einstein no caería en la trampa de los tuits y andaría siempre rumiando genialidades.
Y si Hitchcock sintió “Vértigo” a secas, Kenn lo padece, además, digitalmente. Así que ha escrito un libro sobre su fobia: “Vértigo Digital”.
En su opinión, las redes sociales ya no se alimentan sólo de datos banales como fecha de nacimiento o la universidad donde estudiaste, ahora ha ampliado su dieta y todos sabemos qué come. Además, los teléfonos cosechan datos sobre los lugares visitados por su propietario y con quién suele andar. Se nos ha colado una telepantalla orwelliana en casa y el espía vive a cuerpo de rey. Claro que como agencia de social media sabemos del valor que tienen esos datos.
Hay una frase de Stefan Gross-Selbeck, presidente de Xing, una de las redes sociales para profesionales más importantes (aunque algo mustia por el vigor de Linkedin) que resume el fenómeno del social media con una metáfora incontestable: "Los datos personales son el petróleo del siglo XXI".
Por supuesto, una de las principales petroleras es Google que anda medio en ruina por culpa del yacimiento de Google + que, al final, no resultó ser tan magnífico como se auguraba.
Lo cierto es que Keen nos parece un personaje indispensable, pues todo modo de vida (y las redes sociales lo son) merece su ración de detractores y pensadores que la cuestiona y la suben al cadalso para guillotinarla con sus críticas.
“La mayoría de las veces la gente “actualiza su status” o publica estupideces. Opiniones políticas desinformadas, comentarios triviales, o quejidos banales que simplemente delatan su nivel de ignorancia”.
Pero esto es lo de menos, lo peor es esto: “La compañía Emotiv Lifesciences presentó en Múnich un casco que mide la actividad cerebral y podrá recibir datos sobre nuestros pensamientos”.
¿Y para qué se usará el invento? ¿Como método de interrogatorio para delincuentes?
Pues si el delito es no dejar un rastro digital que delate nuestros intereses..., puede ser.
Hasta Nike trama unirse al asedio, ya que pretende presentar una pulsera que mide la actividad física y que quedará archivada en los servidores de la empresa.
Parece que nos han colado un bonito caballo de Troya que todos admiramos; pero que ya está descargando una tropa de cazadores de datos, cuyo fin es un mercado negro de información.